viernes, 21 de noviembre de 2008

Cuestiones sobre Stalin 1



RESUMEN


La figura de Stalin ha sido objeto de todo tipo de descalificaciones y ferozmente criticada cualquier faceta de su actividad política. La mayoría de historiadores le consideran una especie de encarnación del Mal equiparable a Hitler, Sin embargo, un análisis desapasionado de su obra ofrece luces y sombras.
Excepto aquéllos que ven la Historia con anteojeras doctrinales, nadie negará el inmenso desarrollo económico, científico y cultural que experimentó la URSS en los años treinta gracias a los planes quinquenales impulsados por Stalin. Y tampoco es posible ignorar el trascendental papel que jugó la Unión Soviética en la derrota del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Junto a estos éxitos y logros también existe la cara sombría de la represión contra el propio partido bolchevique.
Lo que pretendemos en este trabajo es enfocar algunos aspectos de la política estalinista desde un ángulo diferente al que generalmente nos ofrecen los libros de historia, apuntando la necesidad de una reinterpretación histórica de Stalin, alejada de los tópicos y lugares comunes habituales en la historiografía sobre el tema. No se trata de justificar nada, sino de mostrar que las cosas son más complejas de lo que algunos interesadamente nos quieren hacer creer.

1. INTRODUCCIÓN

Difícilmente encontraremos un dirigente político relevante, salvo el caso de
Hitler, que haya sido objeto de una condena tan unánime por una mayoría de historiadores
como lo ha sido Stalin. Su persona y su gestión política entre 1929, fecha
en que ya se ha impuesto sobre sus adversarios políticos, y 1953, año de su muerte,
han merecido los peores calificativos. No ha quedado ni una sola parcela de su
gobierno que no haya sido juzgada con los términos más gruesos y la más absoluta
de las descalificaciones. Desde la ayuda a la España republicana durante la Guerra
Civil hasta el Pacto germano-soviético, pasando por los planes quinquenales y la
colectivización de la agricultura, todo es considerado como una política pérfida y
criminal fruto de una personalidad sádica y paranoica. Una condena que no sólo
proviene de las filas de la burguesía, sino que en ella coinciden anarquistas, trotskistas
y socialistas, quienes al parecer consideran a Stalin una especie de encarnación
del Mal al que se le atribuyen todas las derrotas del movimiento obrero entre
las dos guerras mundiales.
En estos tiempos de pensamiento único y políticamente correcto, cualquiera que
se atreva a realizar un juicio crítico sobre los clichés y estereotipos establecidos en
torno a la figura de Stalin provoca las iras de los mandarines ideológicos del sistema
y se arriesga a ser incluido en la nueva especie de nostálgicos, inadaptados,
caducos y cuasi terroristas.
No es sencillo, pues, nadar a contracorriente en este tema, porque al impugnar
las versiones canónicas sobre Stalin puede dar la impresión de que se están justificando
todas sus actuaciones, cuando de lo que se trata es de iluminar desde el rigor
histórico unos años y una personalidad que no pueden despacharse con insultos y
simplezas o interpretaciones psicológicas pedestres, como la que afirma que las
señales de viruela en la cara ocasionaron en el dirigente soviético un comportamiento
patológico.
A continuación esbozaremos algunas cuestiones que, desde nuestro punto de
vista, no pueden darse por concluidas ni cerradas, y que necesitan una reinterpretación
histórica sin anteojeras doctrinales.

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